Joao Gilberto

Otra música infantil es posible (II) Acuarela de Brasil

Después de todo el ruido y la furia desatados en la primera entrega de esta mini-guía, vuelvo hoy embriagado de tropicalismo, relajado como una mañana de domingo en Ipanema. Porque si existe en esta tierra algún Dorado de la música infantil, ese es Brasil, adonde me encamino ahora. Lo que pasa es que, de repente, si no aparece la insufrible Xuxa, aparecen las odiosas comparaciones y me entra una mala leche de guardia civil jubilado. A ver, entre los múltiples horrores perpetrados por los Cantajuego figura una tonadilla titulada «El arca de Noé», de esas imposibles de sacar de tu cabeza sin la ayuda de un picahielo; un inventario gesticulante de animales encabezado por el co-co-driii-lo y el oran-gu-tán bien conocido en las veladas de campamento veraniego. Y entonces voy y me acuerdo de Vinicius de Moraes.

Fábulas brasileiras

Vinicius, el más grande poeta popular brasileño, músico por añadidura, escribió en los setenta una serie de poemas infantiles para sus hijos que, años después, convertiría junto a Toquinho en dos discos titulados precisamente «A arca de Noé» (1980) . Este otro inventario superaba la anécdota para acercarnos a la fábula. Ponía en manos de los niños el inmenso tesoro musical de aquel país, acompañado de letras con un sentido mucho más allá de la superficie. Elis Regina, Milton Nascimento, Tom Jobim o Chico Buarque, son algunos de los músicos que participaron en el proyecto. Para que os hagáis una idea anglosajona, es como si Lennon, Jagger, Dylan o Ray Davies se unieran en un disco hecho para los niños. El resultado solo podía ofrecernos joyas como esta

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